La democracia dominicana desde su comienzo siempre estuvo a la espera de un héroe superdotado quien pudiese resolver todos nuestros males y unirnos como una verdadera familia dominicana. Podemos contar que desde que Pedro Santana fue elegido por unos cuantos para llevar la embestidura como Presidente de la República Dominicana nuestra democracia ha sido más que un concepto cuestionable o una palabra incoherente que nuestro vocabulario dominicano nunca ha podido entender. El General Santana un héroe de la lucha revolucionaria y un militar clave para mantener nuestra dominicanidad se convirtió en un tirano despiadado el cual traicionó a los patriotas dominicanos más reconocidos y convirtió la República Dominicana en su hacienda personal.
Ahora bien, en nuestra historia contemporánea nuestro presidente actual el Honorable Dr. Leonel Fernández también fue elegido por un pueblo que esperaba un mártir incuestionable el cual sanaría las profundas heridas incrustadas en nuestra sociedad por un gobierno desequilibrado del Partido Revolucionario Dominicano. Todo un pueblo desesperado puso su fe y su voto en un hombre de inteligencia superdotada y con una visión de líder modernista intachable. Toda una generación desesperada por conseguir ese sueño inalcanzable de una Patria bien manejada donde la justicia social y económica fuese el pan de cada día. En la calle la esperanza renació y cada uno de los dominicanos nos llenamos de grandes expectativas. Tal vez estas grandes expectativas fueron una espada de doble filo para cada uno de nosotros. Es cierto que nuestra economía ha mejorado (según los numeritos que nos alimentan) pero no es menos cierto que la desesperación de un pueblo que ha perdido la esperanza en sus políticos y gobernantes es más abundante que cien pesos en los bolsillos del dominicano común. Entonces la pregunta que todo dominicano debe de hacerse es: ¿Y ahora quién podrá defendernos?
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